Qué buena estuvo la manifestación.
Montón de gente, y muchas estrellas verdes ondeando por encima de nuestras cabezas. Nunca
había visto tanta banderas tricolor, con el azul flojito, juntas. Gente
mosqueada, pero sin perder la socarronería, la gracia y la ironía. Un discurso
con sabor a ocho isl as, y un verseador dando la nota musical. Las
improvisaciones de Yeray Rodriguez juntaron las voces de todos, con “que se entere
quien se tiene que enterar, no queremos un negocio en nuestro mar.”
Y la gente no paraba de
llegar, después de tres horas continuaba llegando la marea humana por León y
Castillo. Allí éramos muchos. Muchos los que tenemos claro que no queremos
negocios con petróleo en nuestras islas. Ahora toca seguir dando el coñazo,
seguir poniéndolo difícil a las empresas y los políticos, seguir siendo muchos,
y seguramente hacer un poquito más que hoy.
Una manifestación es solo la
puntita de un iceberg gigante, es la parte visible, y la que podemos usar como
tirón mediático, motivador y generador de ilusiones. Pero debajo de esa puntita
hay mucho, muchísimo más. Llegar a abajito del todo implica una reflexión
profunda, a nivel individual y a nivel social, sobre nuestro estilo de vida,
nuestros hábitos de consumo, nuestras creencias y convicciones, nuestra cultura…
Igual hasta se nos viene el iceberg encima. Pero si no hacemos esto, si no
escarbamos un poquito más, nos quedaremos solo con el buen sabor de boca del
que participa en algo grande y bonito, y del que se siente bien cuando se va a
casa, con el subidón y la euforia de un pueblo unido.
Será un éxito lo de hoy si dentro
de dos meses, cuando nos hayan bombardeado por todos los medios y hayan
conseguido desviar nuestra atención con un par de catástrofes, con otras tantas
barbaridades políticas, con algún caso nuevo de corrupción destapada, la muerte
de algún famosillo o con un rey chocheando, aun entonces tengamos la misma
fuerza, la misma convicción y el mismo tirón, para montarnos en lanchas,
tablas, piraguas o barquillas y llegar hasta las plataformas que nos tienen
jincadas en el Puerto de la Luz porque las están reparando o preparando, y
joderles la paciencia, y que nos tengan que rescatar a los que estamos medio
ahogados, y que se vea al pueblo entero echado al mar impidiendo que trabajen
los de Repsol, por ejemplo.
Que en todo estos meses que
nos quedan de lucha, pensemos en nuestros orígenes, en lo que significa llevar
una bandera con las siete estrellas y lo que implica ser una colonia española,
y en cómo en la medida de nuestras posibilidades podemos sentir un poco más el
significado de ser Canario. Por ejemplo podemos ir a montarle un pollo a Soria con
un montón de CALDEROS, en vez de hacer una “cacerolada”, porque nuestras
abuelas nunca usaron una cacerola para hacernos el potaje de berros… O si
escuchamos a una gente tocando las chácaras y el tambor, dando ritmo y sabor
gomero a la manifestación, antes de hacer un baile al más puro estilo gitano y
pedirles que sigan tocando las castañuelas, observemos y disfrutemos con ese
regalo que nos ofrecen, y preguntemos al muchacho que toca, si no sabemos, de
donde proviene esa música y aprendamos algo nuevo de nuestra tierra.
Aprovechemos esa reflexión
para darnos cuenta de nuestro consumo desmesurado y para darnos cuenta de que
hay otras opciones de vida más respetables con nosotros mismos, con los demás y
con el medio que nos rodea. Tan fácil como no comprar ni una bolsa más de
plástico, comprar frutas y verduras que no tengan porquerías químicas en
comercios pequeños donde no envasen en bandejas de poliespam ni envuelvan con
plástico nada; como caminar un poquito más o coger una bici, como comprar menos
y prestar más, como mirar al precioso mar que tenemos, a la gente y menos a la
pantalla plana que tenemos pegada a las narices…
Lo de hoy estuvo bueno, pero
démosle una vuelta de tuerca, tiremos un poquito más de la manta. ¿Nos mojamos?